La criatura

2023-09-04 Jhosselyn Bravo

Comenzó de nuevo. Las voces lo volvieron a perseguir, la punzada en la cabeza que recordaba con terror era una clara señal. Estaba de vuelta. Martín se sentó en la esquina de su vieja cama, suspiró, con la mano aún sobre su cabeza, su mente maquinaba la próxima ruta, se sentía fatigado, apenas se había acoplado a su nueva vida, ya tendría que abandonarla, como sucedía cada que volvía la criatura.

Tenía solo diez años cuando lo vio por primera vez, su memoria no ayudaba a recordar las imágenes, ni el aspecto, aunque recordaba la sensación que sentía cada vez que se presentaba. Una oleada de miedo lo cubría de pies a cabeza, la repulsión era el siguiente detonante, terminando en el rencor, no sabía por qué recurría a esas emociones, era algo que aún no comprendía.

Tomó sus cosas y salió apresurado esa mañana, siempre llevaba poco, necesitaba poco. Se colocó su gorra y bajó por las escaleras con la mochila en su hombro, evitando las miradas de sus vecinos de piso, deteniéndose apenas a saludar al guardia de la entrada cuando por fin estuvo fuera, habían compartido un partido de póquer el día anterior.

Cuando estuvo dentro de su auto aferró sus manos al volante, intentó no mirar atrás, cuando miró por el espejo retrovisor vislumbró el viejo edificio al cual ya se había acostumbrado, solo que en el reflejo cambió de forma drástica, Martín observó como todo el lugar era tomado por una terrible tormenta haciendo que rayos cayeran sobre este, desmoronando la estructura. En pánico, asustado, de un solo golpe destrozó el espejo, haciendo que pedazos de vidrios quedaran incrustados en su muñeca, pero a él nada parecía importarle mientras seguía con su camino.

Ir en la carretera le hizo traer todos esos viejos recuerdos que parecía ir olvidando. Se vio a sí mismo con diez años, en la fiesta de un viejo pariente, no era muy famoso entre los niños, nunca entendió el por qué, pero eso lo hacía vagar solo la mayor parte del tiempo, se terminó metiendo más allá del jardín de la casa, este estaba ligado a un terreno que le parecía curioso, esa fue la segunda vez que lo vio.

Se acercó a un viejo prado de flores que estaban marchitas, pero al observar una aún sin marchitar decidió llevársela su madre como regalo. Al tocarla observó con terror que  se marchitaba en sus manos, de pronto todo su panorama había cambiado, a su alrededor el antiguo terreno ahora parecía un desierto, seco, producía mucho calor, se sofocó y respiraba con dificultad. Intentó correr lejos, pero sus esfuerzos solo le hicieron dar unos pasos para terminar en el suelo, recordó ver un par de ojos marrones que le producían terror, antes de desmayarse.

Volviendo a la realidad, Martín recordó con pesar que había estado huyendo de lugar desde que sus padres murieron, no había visto a su hermana en décadas, esa criatura le había arrebatado su beca en la universidad, la que había ganado apenas antes de que hubiera tenido otro de sus encuentros. Había abandonado su gran oportunidad por miedo, y eso había hecho cada año.

Los encuentros se reducían cuando cambiaba de lugar, así que eso haría, por ello iba camino a la última residencia que tenía en su lista, una propiedad que le habían dejado sus abuelos al morir.

Al estar frente de ella se dio cuenta de lo vieja y maltratada que la tenía el tiempo. Entró con nada más que su mochila. Por dentro no estaba mejor que afuera, aun así intentó limpiar el polvo de una mesa con sus manos y arrojó la mochila allí, no sin antes tomar la cerveza que traía consigo. Exploró la cabaña notando que en la pared principal yacía un viejo espejo que no dejaba ver nada por toda la suciedad que había en él, Martín pasó su mano reflejándose casi instantáneamente en el espejo. Reflexionó dándose cuenta de que hace años no observaba su propio retrato, no tenía teléfono, evitaba salir más de lo que fuera necesario, solo cortaba su barba con tijeras, cuando esta ya estaba demasiado larga.

Martín fue noqueado por esas viejas emociones, esas que solo aparecían cuando veía a la criatura, estaba frente a él, sus ojos marrones, su expresión dura, y a su vez su mirada perdida. Cayó en el sofá que estaba a su espalda haciendo que las paredes se movieran y el espejo cayera frente a él, este se inclinó hacia el espejo y observó con asombro el rostro de la criatura.