2023-07-20 Harold Chourio

 

 

  1. Superstición

 

Según mis apuntes derivados de una superficial investigación cultural, el observatorio astronómico del islote central Gratiam, se condecoró como el corazón de la reforma modernista que adquirió el archipiélago. Trazando una línea interpretativa con el fin de llegar a una metafórica comparación entre órganos y una palpable catástrofe, me encuentro con una categórica interpretación. La gigantesca atracción mecánica de movimientos miméticos a una ruleta situada en el mágico festival que tiene lugar en el puerto principal; regurgita tornillos, engranajes y demás mecanismos vitales para su correcto funcionamiento tal y como la ejemplificación gráfica de una bilis ácida. Los extranjeros, lugareños y turistas antes risueños, huyen en frenética sincronía en la búsqueda de una zona segura.

 

Al mismo tiempo, la emisión de macabros estruendos producidos por toneladas de piezas metálicas que colisionan sin piedad contra la superficie de múltiples regiones ubicadas dentro de su propia circunferencia provocan la demolición de la cordura colectiva. Incluso el más escéptico testigo podría pensar que esta tragedia se trata de una analogía entre las carcajadas de una pagana divinidad y las consecuencias de implementar reformas no ecológicas. El demoníaco azar, trenza sin parar hebras hechas de calamidad en una secuencia que no se puede nublar y dejar pasar como una simple casualidad.

 

En sintonía con la anterior analogía se anuncia una tempestad en la misma línea de inmediatez de eventos. El espontáneo fenómeno climático que mutó a partir del en un principio apacible viento atmosférico, se manifestó como una psicosis inmediata que se alojó en la inmediación de mi cerebro, al menos esa es la única razón a la que obedezco tras haber escuchado en el susurro del huracanado viento a una fúrica voz emanar una predicación de sentencia. Las turbulentas ráfagas de viento desprenden del suelo las piezas de tronco de los muelles del puerto. El oleaje ruge al compás de toda la devastación que ornamenta la tétrica ambientación que se incorporó a la composición global. Y en medio del caos y la descendente cordura, solo hay dos formas de vida no primitivas a la vista. Una en frente de la otra a pocos metros de distancia y a tan solo un desafortunado acontecimiento más que los obligue a desalojar el lugar. El individuo que me observa con melancólica aversión resulta ser el motivo que despegó mi imprudente proyecto de exploración; Al mismo tiempo es quién contaminó la percepción de un intérprete de la exposición de sucesos, y también es el cliente que solicitó de mis servicios para garantizar la documentación de sus diarios y la culminación de una historia desde una perspectiva escéptica y neutral. Asimismo, es la mujer que me convenció y advirtió sobre los terribles planes profetizados que la trinidad guardiana tiene sobre el archipiélago. Áncora Navis, la culminación de las características antes descritas, deja caer una moneda al suelo como aparente gesto ganador, logrando, además, el eclipse del tormento previo, dando una proyección más onírica a todo el evento. Y en un tono funesto al compás de los huracanados vientos, el estruendo de las piezas de hierro y la furia del océano, balbuceó con evidente miedo:

 

—La reducción de la superstición es sin duda el primer paso para abordar esta misión.

 

En el instante en que finalizó el último eco de su reflexión, una descarga eléctrica, producto de la tormenta, ilumina cada hebra y protagoniza la silueta de la enigmática doncella… En el fugaz retrato sombrío que se dibujó tras ella se distinguían múltiples cadenas que sujetan el alrededor del archipiélago Colmena.

 

  1. Inflexión

 

La sucesión concluyó en una irradiación lumínica inmaterial de oscuridad que se manifestó en todo el entorno. En contraposición de lo que sería natural y de su propia composición química, la intangible sustancia transmutó transformándose en sólidos grilletes de hierro que tan rápido como aparecieron confinaron mi cuerpo al aprisionar cada extremidad lateral con mucha brusquedad. Cautivo en el puerto víctima del pánico y del miedo, el tiempo seguía transcurriendo. Es por esa razón por la que en un indefinido momento en qué no presté demasiada atención por culpa del dolor, que un nuevo acontecimiento escapó de mi cuestionable narración interior. «Una fisura escarlata adornada con el estallido de relámpagos erráticos se dibujó en medio de la tempestad, encontrando un lugar ideal en el contorno del negruzco firmamento estelar». El desconcierto que se plasmó en la grieta de la realidad fue de tal magnitud que el concepto de lo que alguna vez significó tener miedo evolucionó, originó una escala más allá de la gama convencional, dando una nueva acepción a estar atemorizado. Al ritmo de una acelerada exhalación cardíaca que nació a causa del pavor, de inmediato fui trasladado, quizás cómo un método para sellar la catástrofe exterior, al laberíntico rincón que custodia el cofre de los recuerdos.

 

  1. Documentación

 

La devastación que absorbe la función cognitiva de cada víctima no se alinea con el principio que me involucró en esta incursión: Al sumergir las moléculas de mi consciencia en el fondo del cofre de los recuerdos… o más bien «el sarcófago de las memorias» obtengo el primero de los tres manuscritos de grafito de Áncora Navis, que recibí de manera digital. El fragmento inicial de lo relatado en el mismo es lo siguiente: «La aglomeración de islotes pertenecientes a una recóndita zona que en antaño despreció la presencia humana terminó por convertirse en el refugio primordial de los pesqueros cuyos botes y familias huían de las macabras garras de los conflictos bélicos de la época, también de piratas que por años navegaron errantes, pero que en ellos residía la convicción necesaria para dar un vuelco positivo a sus vidas, el otro grupo selecto que encontró su destino en las camas de algas cercanas fueron, por supuesto desgraciados náufragos a los que ninguna deidad decidió reclamar, y no nos podemos olvidar de aquellos con una gran fortuna, pero que gracias a las maldiciones de los vindicativos y a la bendición de los retribuidos, terminaron varados y sin rumbo, toda la combinación genética que surgió de belicosos, embusteros, nobles, sanguinarios y ensamblajes nada extraordinarios, fue la primera sociedad que caminó por el territorio que muchos años más tarde sería bautizado como Archipiélago Colmena».

 

El primer diario firmado utilizando el pseudónimo de «la dama manchada» es una introducción a los orígenes primitivos de su tribu, sirve como un resumen que con facilidad se puede comprobar a través de una superficial investigación cultural. La intrigante colección de páginas finaliza con una invitación al lector indicando que a continuación solo le espera una redacción de una realidad camuflada bajo la manta de la fantasía y ficción.

 

En la versión metafórica del «el más allá» que resguarda los días a los que deseo regresar, examiné una vez más el contenido de la secuela, autoría de «La Anthophila, blasfema».

 

Los Anthophila, gentilicio con el que se refiere a los pobladores de colmena veneran a los Prana quiénes ostentan el sagrado título de entidades protectoras de todo el archipiélago. Estos, son la fuente principal que fundamenta las bases mitológicas y religiosas de los Anthophila. El cuento popular, con el que se da una introducción a cada entidad que va más allá del plano terrenal, se enfoca en aclarar que la silueta que generan está diseñada para entrar en la comprensión de la mente humana. Es por esa razón, que hablando a partir de un concepto superficial de «esencia» que sus cuerpos son calcos de bestias comunes nativas de la naturaleza. No obstante, estos Titanes aún están sujetos a dimensiones colosales y características especiales. Ejemplos de esto son la luminiscencia que exudan desde sus poros y también las cadenas de hierro que lucen como accesorios en la extensión de sus cuerpos. Colmena es salvaguardada por tres Prana. A la entidad que surca los cielos y genera crueles vórtices para confundir a los navíos enemigos se le conoce como «Nox, la tempestad». En las lápidas de piedra, atracción histórica de Colmena, se le concede la figura de un cuervo tuerto.

 

La fuerza arrolladora que custodia los biomas y se aloja en los bosques húmedos de toda la extensión de la zona responde al nombre de «Solis, el cataclismo». La mitología de las lenguas muertas lo categorizan como a un pulcro jabalí que desconoce el concepto de un cochitril. Y por último, el juez que orbita en las fosas oceánicas, dicta su voluntad a través de la inmensa escala del color gris es «Verum, la verdad». Una orca a la que la mayoría de leyendas náuticas titulan como la corona de la trinidad. Su mítica silueta es equivalente a una brújula moral que adoctrina mediante el miedo cualquier acto de maldad.

 

Lo siguiente descrito en el segundo diario es una serie de injurias que cualquier Anthophila tacharía como una extensa columna de calumnias. En síntesis, Áncora rellenó un sinfín de páginas con una gran exposición teórica de todo lo demoníaco que es capaz de hacer un Dios pagano, la cronológica colección de eventos transita por trágicos accidentes, luego transcurre por el predecible carril de conspiraciones inmarcesibles, finaliza en la estación que evidencia lo descarrilado que está el autor. A esta última parte es a la que hace referencia el final de la primera edición de la trilogía. Aun así, puedo admitir que con facilidad la lectura me envió al portal más recóndito de mis pensamientos menos lógicos.

 

Al revivir los fragmentos de cada manuscrito doy con una leve interpretación que brinda de sentido a la visión fotográfica y casi panorámica que mi cerebro traza sobre la obra de la doncella confinada con grilletes de brea. Para concretar, hurgo en el fondo del sarcófago inmaterial y obtengo el último engranaje escrito.

 

  1. Devoción

 

Desconozco el tiempo que transcurrió entre la edición de cada ensamblaje literario, pero el ignorar la transición de la prosa narrativa de Áncora, es imposible, es decir, la calidad de su habilidad no es nada espectacular por sí misma, sin embargo, en cada página del último diario y en cada código alfabético implementado se perciben rasgos de involución, obsesión, deseo y aversión, es como un festival que brinda al lector una visión exacta de los resultados que son obtenidos al sucumbir en las fauces incorpóreas de un abismo crítico en el cual solo existe una absoluta verdad que nunca se debe cuestionar. El prólogo del último ejemplar es una solicitud que manifiesta el anhelo personal de la dama manchada.

 

«Este breve espacio al comienzo de mi paranoide proyecto literario está reservado para convocar de manera formal a Álvaro Tales, quien se sabe que es un magnífico expositor de lo real y lo absurdo, con el fin de pactar su participación en una extraordinaria faena. Esta decisión se evaluó con base en un perfecto historial que habla por sí mismo y también a rumores que utilizan su nombre, trascienden la eficiencia, como en aquella ocasión en la que se encargó de la documentación de la filosofía de grupos terroristas o cuando se unió a una secta para facilitar su labor en esa misión en específico. Lo anterior, sumado al estricto secreto profesional al que obedece su organización, y que excede por completo el grado usual de la excelencia profesional, es la razón por la cual deseo solicitar que sea él quien documente y de un cierre a la historia que protagoniza, sentencia al archipiélago Colmena».

 

A continuación, en el texto se redacta la biografía de quien se retuerce en agonía víctima de un inexplicable ardor que se ilustra en forma de vapor que es exudado desde sus poros, acompañado por una pigmentación similar a un matiz infernal que calcina su pellejo y exhibe auténticas ampollas que simbolizan repulsión por parte de cada Dios.

 

El nacimiento de Áncora fue marcado por su participación y protagonismo en un ritual chamánico. A causa de la prematura muerte de su padre y del posterior suicidio de su madre, la curiosidad de Áncora llegó demasiado tarde, razón por la que se mantiene ignorante del propósito que tuvo aquella ceremonia. A decir verdad solo tiene conocimiento de ese evento porque fue información que se le escapó en una ocasión al difunto exalcalde de Gratiam. Al investigar en las bibliotecas y no encontrar nada similar a una respuesta, se dio cuenta de que esa no podría ser una práctica común en el nacimiento de un Anthophila, pero en virtud de la falta de información al respecto, su única teoría se basó en que a diferencia de cualquier otro en la población de Colmena, ella es la única que padece una afección que provoca la pérdida de pigmentación en ciertas áreas de su cuerpo. Quizás los chamanes ancianos profetizaron que el infante de manchas traería desgracias a la tierra santa, para evitarlo decidieron intervenir con la bendición de los dioses. Es una teoría que sin ninguna duda se acomoda al pensamiento fanático que obedecen la mayoría de los ancianos y que debería ser tachado como un pecado.

 

  1. Obituario

 

La búsqueda de una solución mediante el viaje al mundo de los recuerdos finalizó sin antelación. La concentración de la que soy portador se aniquiló por completo cuando cada globo ocular se enfocó en la incursión de titánicas bestias a través de la grieta escarlata. El presunto portal que les dio la bienvenida al plano mortal esparce una gran cantidad de granizo, cenizas, niebla y gotas de brea que de inmediato se funden en la tormenta. Cada deidad de la trinidad avanza hasta un punto cardinal, provocando en sintonía de su  andar el concepto más puro de desolación, pues ninguna estructura puede sobreponerse a la voluntad de Dios. No tardé demasiado en concretar el enlace de ideas que saturó mi cabeza, al norte se encuentra el juez, frente a él, en la última ubicación cardinal disponible, se localizan el blasfemo traidor y quién se encargó de parodiar la inmaculada imagen de la divinidad en sus escrituras.

 

Harold Chourio

Autobiografía: Desde temprana edad logró encontrar un refugio menos “atroz” que el que refleja el mundo exterior, al adentrarse en la inmediación de su imaginación. Su lúgubre visión (más no pesimista) de todo lo que lo rodea, es con frecuencia una razón que le dificulta crear vínculos con otros. Es por eso que el tiempo, le concedió una eficaz forma de conectar con las personas: “Escribir historias”. Labor que a día de hoy considera una parte fundamental de su ecuación genética. En el extenso y al mismo tiempo efímero transcurso del tiempo, Harold Chourio, está orgulloso de los conocimientos, expectativas, desgracias y fortunas que le ha obsequiado la vida, mientras incursiona a través del cruel sendero de la literatura.