El bar solitario

2023-09-16 Sabrina Zambrano

Comenzó la estación de otoño, donde las noches son más largas que el día, nuestros puntos débiles salen a comernos la mente hasta llevarnos al desvelo, cargándonos de rabia, tristeza y confusión, como un veneno que poco a poco nos debilita haciéndonos irreconocibles, perdiéndonos, acostumbrados a ser desconocidos de nuestro cuerpo. Puede que yo utilice un método de salida por unas horas para no caer en ese estado, tampoco funciona mucho, pero ayuda un poco, sentarme en un bar al azar, beber, pero no para perder la consciencia, sino para ahogar mis pensamientos y dejar de lastimar mi pobre corazón que poco a poco se está volviendo de piedra, odiando a la sociedad que vive donde todo es superficial, te quieren por guapo, fama, dinero, inmensas cantidades de cosas, pero no con un simple querer sincero, es lo único que pedía o pido, no lo sé.

Estoy sentado en el mejor sitio que puede tener todo el bar, puedo ver las personas bailando, bebiendo, besándose, hablando hasta perderse entre la gente. Lo hago desde que me mudé a Venecia, una ciudad para los solteros o eso lo opino yo. Pienso en todas las veces que me enamoré de personas incorrectas, tres veces, ahora soy una persona racional, fría, egoísta y sincericida.

—Hey chicooo —Una voz interrumpe mis pensamientos, veo una chica, su imagen es azul, pero con una elegancia que te vuelve adicto a ello.

—Dejad de gritar, eh —digo arrugando mis cejas mientras llevo a mi boca lo agridulce de mi bebida.

—Pues, si quieres silencio… te puede ir a tu casa, idiota —responde enojada acercándose a mi cara para luego empujarme.

—Estás loca —rio

—Solo quiero un trago.

—Cálmate loca, Alfred dale un trago a esta loca antes que golpee a tus clientes —digo riéndome viendo la cara de la loca de esta persona, enseguida le dieron su trago, aparece una agradable sonrisa que me hizo compartir esta noche con ella y mis pensamientos—. Blake. 

—Emma —responde con una mirada triste hacia unas personas que estaban en la esquina del bar besándose.

—¿A secas? —Señalo mi trago vacío al barman para luego mirar a la chica loca.

—Sí, ¿o me dirás tu apellido? —dice mirándome con molestia y me encantaba eso, que me desafiara.

—Estás en lo correcto. ¿Siempre tienes que atacar? —pregunto llevando a mis labios mi trago con una sonrisa maliciosa, con mis ojos directos en ella.

—Tú me haces sacar lo peor de mí —responde colocando los ojos en blanco.

—Pues, gracias, para llevar la fiesta en paz. ¿Qué haces tú en Inferno? —pregunto por curiosidad.

—Su nombre fue muy tentador para mí. En resumen, mi vida es un infierno —dice esquivando mi mirada para enseguida pedirle un tercer trago a Alfred.

—Un infierno pasan todos los que están aquí, unos por lo tentador de los diablillos que hay en este lugar y por el otro lado los que escapan de sus demonios como nosotros. ¿De qué escapas tú? —digo mirando sus ojos verdes.

—¿Yo?, jamás. La pregunta es para ti, amor mío —susurra en mis oídos, me mira de manera maliciosa con esos ojos que me hipnotizan.

—Yo huyo del amor; la sociedad destruye a los corazones más puros —murmuro mirando mi trago con los hielos descongelándose, pensando en un tercer trago, porque esta noche, por lo que veo, será larga con esta compañía.

—No estoy para chistes —dice golpeando mi hombro.

—Lo digo de verdad, una me quería por mi apellido, la otra por mi dinero, la última por poder, dinero y destruir mi corazón —digo levantando mi mano para que Alfred me vea y sirva un trago urgente en mi vaso.

—Lo siento, pero a los guapos no les suceden estas cosas. Tú, con ojos azules, lleno de tatuajes, cabello negro, italiano, con poder y buenos sentimientos, que por lastimado se pone una cáscara para las basuras que existen en el planeta que vivimos… es una cosa muy irreal —dice mordiéndose los labios, recorriéndome con la mirada para enseguida sonrojarse, un fondo blanco se hizo presente en su vaso.

—¿Qué hay de ti?, una italiana con pelo castaño, ojos verdes, labios rojos, piel blanca, con un cuerpo tentador para los idiotas del mundo, además peleona —digo prestando atención a mi trago para luego ver su rojo rostro.

—No soy así, solo que tú sacas ese lado de mí como alguien que ya no está —murmura con la mirada perdida jugando con su trago vacío.

—Cuéntame, la noche es larga. Puedes confiar en mí. Igual no nos volveremos a ver —digo pidiendo nuestros tragos.

—Es reciente, por eso decidí ahogarme en este club Inferno, lo que pasé con Alessio un día antes de casarnos, era un buen chico, pero su familia no lo apoyaba, le llevaban la contraria todo el tiempo creándole estrés, le daba taquicardia cada vez que tenía un problema con la familia. Nos conocimos en la universidad, chocamos por nuestra ceguedad, nos pedimos disculpas al mirarnos a los ojos, sus ojos color marrón junto a los míos fueron como la tierra y las plantas que necesitábamos en ese momento en nuestro mundo. Amor a primera vista… 

»Al principio fue un amor prohibido, todo a escondidas, meses después queríamos decirle a todo el mundo y eso lo hicimos. Sus padres no me querían por llevarles la contraria, verlo sufrir en un hospital con cables por sus peleas con ellos… fueron años difíciles. Nos graduamos, compramos una casa juntos y en nuestro quinto aniversario me pidió matrimonio a pesar de que sus padres no me querían. Meses después que sus padres nos dieran su bendición para casarnos, emocionados  nos fuimos a celebrar a casa, recuerdo como si fuera ayer los besos, los chistes malos que hacía, las canciones que me cantaba, su sonrisa, al acostarnos me dijo: «Gracias por aceptar ser mi esposa, seré un hombre feliz en el cielo. Siempre te amaré».

Le dije que callara, quería ver a nuestros hijos correr por la casa. Me sonrió, me abrazó con un último beso —dice con su voz entre cortada con lágrimas por sus mejillas para luego pasar por sus gordos labios.

—Esto supera lo mío. Lo siento —murmuro, pasándole su trago y enseguida llevé el mío a mis labios.

—Eso no es lo peor. Después que murió mis ex suegros querían sacarme de mi apartamento porque su hijo pagó el apartamento, pero no fue así. Después no me dejaron estar en su entierro. Días más tarde vendí el apartamento y lo doné a una organización para los niños con problemas del corazón como él quería —dice entre lágrimas y pausas para tomar el líquido que esa noche nos ayudaba a estar fuerte para hablar sobre nuestros problemas.

—Si es un dannato inferno, amore mio —digo chocando nuestros tragos para luego pedir otro.

—Nena, ven a bailar conmigooo —Interrumpe mi vista un pelirrojo borracho haciendo un intento de coqueteo a Emma.

—Mira pelirrojo, cuento hasta tres para que te desaparezcas de mi campo de visión y el de ella —digo apretando la mandíbula con ganas de matar este chico, entendió y se fue por donde vino.

—No necesito que me protejas —murmura soltando un suspiro por esos tentadores labios que los tragos me están haciendo desear.

—No lo hago por ti, es fastidioso tenerlo cerca —respondo cansado de estar sentado, me levanto y agarraro su mano caminando hacia la pista de baile.

—Quiero bailar y prefiero que tú seas mi pareja. 

—¿Quién te dijo que yo quería bailar? —dice con una mirada que me puede matar si pudiera.

—Cállate y disfruta, jamás volverás a ver a alguien como yo —susurro rozando nuestros labios con la pequeña resistencia que tengo para no caer en este pecado, pero todo se fue al diablo; siento unos labios besarme al compás de la canción que sonaba Shameless de  Camila Cabello. Igual que nuestros cuerpos sincronizados, esta escena es digna de verla tan perfecta que podría estar en una película y ser famosa, pero como todo lo hermoso se termina.

—No podemos hacer esto —dice ella con su respiración entrecortada y un brillo en sus ojos, pidiéndome que esta noche no la deje sola, que la haga olvidar su infierno que la espera al atravesar esa puerta.

—Podemos hacerlo por las horas que nos quedan hasta que el sol salga, disfrutar nuestro presente sin perdernos de nada —respondo tocando suavemente sus mejillas, lo que pasa por mi mente es disfrutar cada minuto con ella sin sobrepasarme, estar a su nivel porque nunca la voy a encontrar en mi vida.

—Entonces lo haremos a lo grande —dice con una sonrisa contagiosa que hizo que apareciera la mía otra vez, agarrándome la mano para refrescarnos con ese líquido que hoy amábamos, enseguida besarnos como unos locos enamorados de la vida, como si nunca pasamos un infierno,  por fin encontramos lo que habíamos perdido.

—Gracias por esta noche —susurro en sus oídos mientras bailamos como si fuéramos los únicos en la pista.

—Gracias a ti por darme vida en una noche llena de tristeza —dice rozándome los labios para luego poco a poco acabar ese poco espacio que nos mantenía separados, en un beso lleno de agradecimiento y tristeza, pero entendía que faltaba poco para separarnos para siempre.

—Ojalá te hubiera conocido muchos años antes, porque siento que te conozco de años —digo abrazándola por un rato largo, perdiéndonos en nuestros pensamientos hasta que nos interrumpen.

—Chicos, ya vamos a cerrar en unos minutos —dice Alfred para enseguida perderse entre las personas.

—Yo también siento como si te conociera de años —dice dándome un pequeño beso para sentarnos a descansar después de dar todo en la pista.

—Van a ser las seis y media de la mañana, debe aparecer el amanecer. ¿Quieres ir a verlo como despedida? —digo con mi vista en mi reloj.

—No hay que perder nada, vamos —responde caminando por la salida para sentarnos en una banca, admirando como el sol aparece cruzando con la luna para poco a poco alumbrar con ese tono de naranja con rojo, después pasar al color amarillo que conocemos. Un tono de celular nos interrumpe y es de Emma.

—Disculpa —Se levanta para atender, y vuelve a donde estoy.

—Me tengo que ir, adiós mi idiota favorito —dice dándome me da un beso.

—Adiós, mia pazzia —digo con una sonrisa, mirándola como iba por la acera para luego perder de vista a la chica de ojos verdes más bonitos que he visto, la que me regaló una noche increíble en aquel bar para solitario llamado Inferno, haciendo que olvidara todos mis problemas con una sola mirada, beso y abrazo. Mi medicina llegó de forma inesperada en una noche de otoño para darme de alta al amanecer, transformándome en alguien nuevo en este mundo con pequeñas contaminaciones.

Esa noche dos almas se hablaron sin tocarse, embriagándose del otro hasta que el alba se asomó, llevándolas a una dulce despedida.

Sabrina Zambrano

Mi nombre es Sabrina Valeria Zambrano De Grazia, nací en Venezuela, el 28 de septiembre de 2003. Desde mi niñez viví en Upata, estado Bolívar pero mis estudios primarios los cursé en la capital (Caracas), específicamente en el Colegio "Chimborazo", luego regrese a Upata donde estudie mi bachillerato en el colegio "Manuel Carlos Piar". Actualmente curso mis estudios universitarios en la "Universidad Católica Cecilio Acosta", donde espero graduarme de Licenciada en Comunicación Social. De mis grandes anhelos esta en destacarme como profesional, y cumplir mi sueño de ser escritora y poder llegar al corazón y alma de las personas a través de mis letras.